domingo, 2 de octubre de 2016

Respuestas

Es un domingo nublado, y yo estuve demasiado reflexivo.
Involuntariamente me sumergí al ritual al que recurro cuando me carcome la angustia o la confusión, que es el de pasar el fin de semana entero encerrado en mi cuarto, rodeado de preguntas, para intentar brindarme respuestas. Y no ha salido ninguna respuesta, e irónicamente esa es precisamente la respuesta que he conservado. Después de una cierta charla que tuve me quedé con un consejo, y es que las respuestas no llegan al matarse pensando, como involuntariamente creo, sino que aparecen sin presión mientras seguís viviendo.
El problema resulta ser que el seguir viviendo no te dará ningún avance si no hay nada que te pueda causar una impresión, una emoción nueva, si ante la monotonía de la rutina de siempre no introducís nada nuevo que pueda llegar a movilizar algo. Pero es que ni siquiera logro atisbar en primer lugar qué cosas pueden ser las que alcancen a cumplir esa función, porque las cosas que imagino pueden estar erradas, porque así lo fueron múltiples veces. Hablo de que ya no pasa por hacer algo que me lleve a un objetivo específico, sino de que no soy capaz incluso de reconocer que cosas me gustan o harían bien.
O bueno, tal vez sí puedo, pero debo analizar un poco mejor las cosas, como la diferencia que supone profundizar en algo que ya probaste y te gustó, a lanzarte a algo que no sabes siquiera bien que es, o creer que por cambiar de lugar y gente el mismo material va a causar algo diferente en vos. Unas percepciones completamente defectuosas.
A veces soy tan necio que es ridículo. Muchas veces olvido lo que ya había aprendido, y vuelvo a tropezar con la misma piedra y no por caradura, sino por simplemente no retener lecciones, o por la mera desesperación de sentir que nada avanza.

No hay comentarios: