viernes, 5 de junio de 2015

No pensar

Me dejo caer y me reincorporo. Pienso para ordenarme. Otra semana más que pasó muy rápido, y he llegado a un día clave. Tengo miedo de equivocarme, aunque no sé cual sería el error, porque no sé lo que quiero y todas las opciones podrían estar bien, y también mal. Más libertad para mi vida, horror. Me desespero, me intento tranquilizar en el colectivo porque otra vez estoy pensando demasiado.
Deja de pensar, deja de pensar, me saturo. Subo el volumen de la música intentando callar las voces interiores y cierro los ojos para concentrarme en que tengo que sentir, y no racionalizar.
La razón ahora debería ser solo una herramienta para mí. Ahí, cuando estoy en un momento donde debo tomar algún tipo de decisión, comenzaré con mis meticulosos y eternos cálculos mentales, para ayudarme, porque de otra manera, me paralizan, me hacen sentir mal.
Estoy entendiendo un montón de cosas últimamente porque hay una sucesión de fenómenos muy efectiva que me golpea continuamente. Porque me dejo sentir, y luego es la sensación la que me lleva a pensar, y ese pensamiento derivado de una emoción me resulta fructífero, me patea la conciencia.
Es en las redes de mis pensamientos extensos, múltiples y vuelteros que me pierdo. Que no me conecto con la realidad porque no la estoy experimentando con los sentidos. El cerebro me domina y me enloquece. Todo resulta ser mucho más agradable cuando no se está pensando.

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