sábado, 26 de septiembre de 2015

Desinflandome

Y acá estoy, ya habiendo acabado el llanto exterior mientras las lágrimas siguen cayendo por dentro, pensando en arrepentimientos, en caminos no tomados, y en esas cosas inútiles que terminan por llevarme por la senda de una agresiva e insoportable impotencia, o por la aliviadora sensación de que las cosas pasaron como tuvieron que pasar.
Acá estoy, viendo fotos de tus noches sin mí, pegando en frentes de tus amigos las gemas que yo te regalé, recogiendo con papel la sustancia de un resfrío provocado por caminar por vos, en una noche de viento furioso y lluvia ardida, buscándote por la ciudad mientras jugabas conmigo, y percibiendo como me carcome el sentimiento de que en horas estarás en mi ciudad, para asistir a un recital y fascinarte entre luces, mientras la distancia deja de ser argumento de, distancia, y yo me encuentro perpetuo ante la llegada de un mensaje tuyo que tal vez no llegará.
Pasadas tantas instancias de conflicto y calma, yo cambié para mejor, y vos ahora no estás muy receptivo a notarlo. ¿O acaso es el mismo giro el que te está ahuyentando, de finalmente aceptar que yo expliqué y reparé todos mis fallos, y el pararte frente a mí, frente a un sujeto que se revolucionó para adaptarse y ser mejor, el hallar que ya no hay motivos para dispararme, te hace colisionar instantáneamente con vos mismo? con el hecho de que el desflorecido ahora sos vos, y que lanzarme circunstancias del pasado solo son tu arma para no dejar ver tu transparencia de inseguridad y desintegración.
Has encajado todo para que ahora yo parezca el malo de la película, y en cuanto sufro hay una voz tuya titilando, diciéndome sin alfabeto que no merezco piedad, que estoy recibiendo el karma de lo que yo te hice, por más que eso que yo te hice no fue más que en función de mejorar y no de empeorar, y lo que lo convierte en una herida para vos es tu propia sensibilidad, y no mis palabras, porque no fueron tajantes, porque ni siquiera pude enterarme que te estaba lastimando, sino que me enteré mucho después, en un corte abrupto y decisivo.
El miércoles después de verte me encontré postrado en el sofá, mirando las aves volar en el cielo gris, escuchando Lana del Rey y llorando de felicidad, algo que jamás me había pasado, y que ni siquiera creí que realmente existía, sentí un alivio genuino, para que luego a las pocas horas, comenzara todo a desinflarse nuevamente.
Y ahora oscilo sin dirección, no entiendo para donde va nada, y menos comprendo el motivo de tu bipolaridad actual. Uno no puede evitar preguntarse una y otra vez, por qué las cosas no son más fáciles si sencillamente podrían serlas.

1 comentario:

Someone dijo...

Me siento muy identificada, yo también he tratado de mejorar y
cambie un montón, para bien, y es medio frustrante que aun asi las personas me sigan reprochando o tratando como si siguiera siendo la de antes, siento que no ven el cambio que logre, es irritante.
Lindo blog, un saludo:)